Si bien el artículo sitúa el idealismo y su inicio con Agustín de Hipona, su origen bien nos podría llevar hasta Plotino o aún el propio Platón, cómo no.
Kastrup, doctor en ingeniería computacional y doctor también en filosofía, es uno de los filósofos más interesantes y originales del momento, puesto que defiende un idealismo analítico con importantes nociones sobre cómo debemos concebir el mundo y la conciencia, la realidad, en suma.
Bernardo Kastrup revitaliza el carácter idealista de Agustín y, contra lo esperado, también de Tomás de Aquino; y por tanto de los dos máximos exponentes de la filosofía escolástica, si bien el idealismo llegará a su máxima expresión con la filosofía de Hegel.
Sin embargo, Kastrup no niega la realidad del mundo de la experiencia lo que permite reconciliar su pensamiento con los avances de la ciencia contemporánea. Sin embargo, y aquí la originalidad del que fuera personal del MIT merced a su formación en ciencias de la computación, la experiencia no trasciende la mente, la conciencia… no va más allá de ésta.
Para el filósofo y científico del MIT la conciencia es una realidad fundamental sobre la que construir una teoría completa de la realidad soportada por los avances en física cuántica y en neurociencia.
Según Kastrup, el materialismo, fisicalismo o naturalismo son ontologías, modelos de la realidad, incompletos o falsos y que ni son necesarios para hacer ciencia ni debemos mantenerlos por más tiempo. Toda la realidad es de alguna manera consciencia, y lo que entendemos por realidad exterior no va más allá que lo dado a ésta.
Kastrup sostiene que fenómenos como las experiencias cercanas a la muerte y el amplio conjunto de fenómenos no locales de consciencia, los que van más allá de las posibilidades física del cerebro, validan experimentalmente el idealismo que él defiende, de forma que todo puede ser reducible a consciencia.
Entre tales fenómenos, que nos gusta llamar no locales de conciencia, Kastrup considera no sólo las habilidades llamadas PSI, como la telepatía o la cognición a distancia, sino también los estados meditativos o las experiencias con ciertas substancias. Contra lo esperado, si bien hay un estado expandido de conciencia, rico en amplitud y en profundidad, está y aceptado el hecho de que la actividad cerebral decrece en este tipo de estados alterados de consciencia.
Si la consciencia es un efecto de la actividad cerebral, ¿por qué la actividad cerebral decrece en este tipo de experiencias en estado alterado de consciencia?
Kastrup toma también esta información para validar su modelo idealista de la realidad donde la consciencia es fundamental, tal y como ya se entreveía en la filosofía escolástica de Agustín de Hipona.
Òscar Llorens i Garcia