Las evidencias han mostrado que las lecturas de las ondas gamma en los electroencefalogramas (EEG) peri mortem y su interpretación, en diversos estudios, cuando se consideran como candidatas para la explicación natural de las experiencias cercanas a la muerte (ECMs), son, a toda luz, una mala apuesta. Para soportar estos resultados en el anexo pueden encontrar la reseña sobre el particular.
Nigel Shaw, de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda ha elaborado una serie de argumentos en la línea de explicar lo inadecuado de dicha propuesta.
En primer lugar, Shaw, expone cómo movimientos musculares pueden pasar por ondas cerebrales dando una falsa impresión de que hay actividad cerebral. Sin embargo, esto parece improbable dado que el registro de EEG ha sido obtenido en algunos casos en pacientes con ningún tipo de movimiento.
En segundo lugar, se hace referencia a la pobre determinación del momento de la muerte en algunos de los estudios que han hallado actividad gamma en los EEG perimortem. En algunos estudios, los EEG son claramente antes de la parada cardíaca, otros cuando no se aprecia pulso y otros cuando se produce una parada cardiorrespiratoria efectiva.
El argumento más fuerte de Shaw proviene de estudios con perros en los que se ha hallado que los EEG con actividad gamma proceden de la amígdala cerebral y no del córtex, con lo cual en modo alguno dicha actividad podría proponerse como la causa de las ECMs.
Además, Shaw sostiene que la relación entre ondas gamma y conciencia nunca ha sido del todo establecida: por ejemplo, alguien puede generar ondas gamma en el EEG y, sin embargo, estar bajo anestesia.
Finalmente, el autor remarca que en estados bajo psicodélicos donde se reproducen algunas de las características de las ECMs, todo el espectro de ondas cerebrales recogido por EEG, incluyendo las ondas gamma, se reducen; añadiendo así dificultad para la posibilidad que este tipo de ondas perimortem puedan ser responsables de las ECMs.
Òscar Llorens i García
ANEXO
RESEÑA DE Characterization of end-of-life electroencephalographic surges in critically ill patients. DE CHAWLA et al. 2017.
El equipo de Lakhmir Chawla detectó en 2009 end of life electrical surges (ELES) en 7 pacientes entre 3 – 5 minutos después de la parada cardiorrespiratoria. Ocho años más tarde consiguieron replicar parte de estos resultados: 13 de 18 pacientes tuvieron ELES. En el artículo de 2009 se proponía estos ELES como posible causa neurofisiológica para las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECMs).
Chawla destaca que los estudios de Auyong (2010), Borjigin (2013) y van Rijn (2011) corroboran sus resultados. Sin embargo en el primer estudio no se incluye el momento de la parada cardíaca, en el segundo la actividad en electroencefalograma se produce en ratones antes de 30 segundos tras la parada cardiorrespiratoria, tal y como se espera tras tal parada y la propia Dra. Borjigin se quejó que los resultados obtenidos por Chawla eran diferentes de los recogidos por su equipo y, en el tercero se descarta que este tipo de experiencias, que autoras y autores encontraron en roedores decapitados difícilmente se pueden asociar con algún tipo de consciencia dado que el fenómeno se da tanto en ratones anestesiados como sin anestesia.
Los resultados de Norton (2017), Matory (2021), Reagan (2018), De Vries (1998), con un total de 197 casos y el metaanálisis de Pana (2016) con 7 estudios en humanos y 10 en animales no validaron los resultados de Chawla y encontraron un descenso generalizado o ninguna actividad cerebral tras la parada cardiorrespiratoria.
Si sumamos a estos resultados el hecho que de que algunas ECMs se producen antes de 3 minutos en la parada gracias a su génesis intrahospitalaria y a un adecuado protocolo de reanimación, difícilmente las ELES pueden ser la causa de las ECMs.
De hecho, las ELES parecen ser el resultado de la despolarización de las neuronas en un cerebro gravemente perjudicado.