Nuevas investigaciones sobre el origen de las ECMs

RESEÑA SOBRE, «EEG SIGNATURE OF NEAR-DEATH-LIKE EXPERIENCES DURING SYNCOPE-INDUCED PERIODS OF UNRESPONSIVENESS DE MARTIAL ET AL».

Como ya dijimos anteriormente, el equipo de Lakhmir Chawla detectó en 2009 end of life electrical surges (ELES) en 7 pacientes entre 3 – 5 minutos después de la parada cardiorespiratoria. Ocho años más tarde consiguieron replicar parte de estos resultados: 13 de 18 pacientes tuvieron ELES. En el artículo de 2009 se proponía estos ELES como posible causa neurofisiológica para las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECMs).

Chawla destaca que los estudios de Auyong (2010), Borjigin (2013) y van Rijn (2011) corroboran sus resultados. Sin embargo en el primer estudio no se incluye el momento de la parada cardíaca, en el segundo la actividad en electroencefalograma se produce en ratones antes de 30 segundos tras parada cardiorrespiratoria, tal y como se espera tras tal parada y la propia Dra. Borjigin se quejó que los resultados obtenidos por Chawla eran diferentes de los recogidos por su equipo y, en el tercero se descarta que este tipo de experiencias, que autoras y autores encontraron en roedores decapitados difícilmente se pueden asociar con algún tipo de consciencia dado que el fenómeno se da tanto en ratones anestesiados como sin anestesia.

Los resultados de Norton (2017), Matory (2021), Reagan (2018), De Vries (1998), con un total de 197 casos y el metaanálisis de Pana (2016) con 7 estudios en humanos y 10 en animales no validaron los resultados de Chawla y encontraron un descenso generalizado o ninguna actividad cerebral tras parada cardiorespiratoria.

Si sumamos a estos resultados el hecho que de que algunas ECMs se producen antes de 3 minutos en parada gracias a su génesis intrahospitalaria y a un adecuado protocolo de reanimación, difícilmente las ELES pueden ser la causa de las ECMs. De hecho, las ELES parecen ser el resultado de la despolarización de las neuronas en un cerebro gravemente perjudicado.

El último de este tipo de estudios es el de Martial et al. (julio de este 2024) donde se muestra que, durante el síncope (desmayo) inducido, las personas que experimentan algo parecido a una ECM dan EEGs (electroencefalogramas) compatibles con ausencia de conciencia: aumento de ondas theta y delta. El estudio cita la presencia de ondas beta, pero no un incremento de las mismas con respecto a antes del síncope. Curiosamente el estudio interpreta estos patrones en clave de indicadores de actividad cerebral consciente y para ello hace referencia a estudios que sólo presentan este patrón en pacientes enfermos o bajo los efectos de psicodélicos, donde la actividad cerebral disminuye.

Por lo que sabemos por los EEGs, las ondas theta y delta, aparecen cuando el sujeto no experimenta conciencia, y así se usan como medidores de esta en operaciones bajo anestesia. Así las cosas, el estudio de Martial valida el punto de vista de la ausencia de actividad cerebral durante un simple síncope corroborando que el cerebro es un órgano muy sensible a cualquier problema bascular como la falta de presión arteriovenosa.

Por su parte, Nigel Shaw, de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda ha elaborado una serie de argumentos en la línea de explicitar lo inadecuado de la apuesta naturalista, esto es: que es la actividad cerebral la que produce las ECMs, para las dichas ECMs.

En primer lugar, Shaw, expone cómo movimientos musculares pueden pasar por ondas cerebrales dando una falsa impresión de que hay actividad cerebral. Sin embargo, esto parece improbable dado que el registro de EEG ha sido obtenido en algunos casos en pacientes con ningún tipo de movimiento.

En segundo lugar, se hace referencia a la pobre determinación del momento de la muerte en algunos de los estudios que han hallado actividad gamma en los EEG perimortem. En algunos estudios los EEG son claramente antes de la parada cardíaca, otros cuando no se aprecia pulso y otros cuando se produce una parada cardiorespiratoria efectiva.

El argumento más fuerte de Shaw proviene de estudios con perros en los que se ha hallado que los EEG con actividad gamma proceden de la amígdala cerebral y no del córtex, con lo cual en modo alguno dicha actividad podría proponerse como la causa de las ECMs.

Además, Shaw sostiene que la relación entre ondas gamma y conciencia nunca ha sido del todo establecida: por ejemplo alguien puede generar ondas gamma en el EEG y, sin embargo, estar bajo anestesia.

Finalmente, el autor remarca que en estados bajo psicodélicos donde se reproducen algunas de las características de las ECMs, todo el espectro de ondas cerebrales recogido por EEG, incluyendo las ondas gamma, se reducen; añadiendo así dificultad para la posibilidad que este tipo de ondas perimortem puedan ser responsables de las ECMs.

Para más información, compartimos el link

Reseña elaborada por Òscar Llorens i Garcia

BIBLIOGRAFIA
Characterization of end-of-life electroencephalographic surges in critically ill patients. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28145850/
The gamma-band activity model of the near-death experience: a critique and a reinterpretation. https://f1000research.com/articles/13-674

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