Auto Cuidado y Auto Compasión, la puerta de acceso hacia la empatía

¿Quién nos ha enseñado a enfrentarnos con la muerte como parte natural de la vida y no como un fracaso de nuestra actividad médica, que muchas veces nos autoinfligimos?

¿Quién nos ha enseñado a comunicar esas noticias dolorosas a la familia con empatía y compasión?

¿Quién nos ha enseñado a acompañar con calidez y amabilidad?

¿Quién nos ha enseñado a acompañar en el proceso de morir? Muchas veces parece que, al acabar nuestra función de salvar vidas, finalizó nuestro cometido como médicos.

Habitualmente las personas que trabajamos con los demás, en el campo de la salud, con exceso de trabajo en los hospitales con déficit de personal, (la mayoría de las veces los hospitales funcionan por la buena voluntad del personal sanitario ante la escasez de medios), diagnósticos duros de comunicar, enfermedades o accidentes que llevan al éxitus, tensiones en el trabajo, pocos medios y mucha sobrecarga.

Pero… a los sanitarios ¿quién les cuida?

Tenemos que aprender a autocuidarnos. Los sanitarios tenemos emociones, alegrías, pero también frustraciones cuando algún paciente se nos va y ¿quién nos ha enseñado a trabajar nuestras emociones, a activar nuestro parasimpático para no estar en una hipersimpaticotonía continua, con la adrenalina y corticoides a tope para esa vida en modo supervivencia y luchar o salir huyendo, sino a activar nuestro parasimpático a través de saber mantener la calma y la seguridad que nos llevaría al equilibrio?

Practicar la Autocompasión es un ejercicio de autocuidado y de cuidado hacia las otras personas, que requiere de un esfuerzo para romper con los hábitos de la voz crítica, (tan común en nosotros), que nos ayuda a soltar muchas de las ideas irracionales que tenemos como las expectativas de perfección, y abrirnos al no saber, al error, a la dificultad, todo ello desde la calma, el afecto, el apoyo incondicional y el no juicio, siendo amables con uno mismo, abriéndonos a lo que no sabemos y a que las cosas no han de suceder como las habíamos planteado.

Practicar la atención plena nos lleva a experimentar el momento presente sin identificarnos con las circunstancias, observando nuestros propios pensamientos y emociones. Nos ayuda a ser conscientes de la experiencia del presente de manera clara y equilibrada, a reconocer cómo nos sentimos y observarlo con objetividad para no ser arrastrados por el malestar. A observar los propios pensamientos y emociones con apertura y claridad, tal como aparecen en la conciencia.

A ser conscientes de la experiencia del momento presente, de forma clara y equilibrada, sin ignorar las cosas que no nos gustan de nosotros mismos, de los demás o de la vida, y sin exagerarlas ni centrarnos demasiado en ellas; nos llevará a adoptar una perspectiva amplia de la propia experiencia, para considerarla con más objetividad y no ser arrastrados por el propio malestar, algo que puede llevar a una fijación obsesiva en pensamientos y emociones negativas, e impedir una visión clara de uno mismo y de los propios problemas.

Ser amables y comprensivos con nosotros mismos en momentos de dolor o fracaso, en vez de ser autocríticos, y percibir nuestra experiencia como parte de la experiencia humana en vez de verla como algo negativo.

Dra. Luján Comas

Presidenta Fundación Icloby
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