Reseña de New Book, The Immortal Mind, Out Today — The Brain Can Be Split, but Not the Mind, de O’leary, Denyse y Egnor, Michael
Si bien hoy traemos aquí la reseña de una reseña, no por ello es menos interesante. En cierto modo, puede que sea una de las reseñas más devastadoras para quien sitúa el cerebro como la base, la sede, de la consciencia.
A finales del siglo XX, Gazzaniga, hizo un estudio con pacientes sometidos a terapia quirúrgica para enfermos de epilepsia. Dicha cirugía incluía la separación de ambos hemisferios cerebrales y parecía generar, aquí lo fascinante, dos centros de conciencia independientes, lo cual sustentaría el modelo de la neurociencia fisicalista según el cual la conciencia es la función del cerebro y, de ningún modo, va más allá.
Estudios posteriores arrojaron dudas sobre dicha interpretación. El doctor Egnor sometió en los 80´s a un paciente a la misma cirugía. Sin embargo, el paciente no se sintió especial ni diferente después de la misma:
A pesar de tener el cerebro seccionado, movía los brazos y las piernas con normalidad, su visión era normal, al igual que su habla. De hecho, lo único diferente en Sam —aparte del vendaje que le cubría la cabeza— era que ya no sufría convulsiones graves. Y ciertamente parecía una persona única y unificada… Sabía que la cirugía había dividido permanentemente su cerebro en dos, pero el único efecto que realmente notó fue la desaparición de las convulsiones…
Desde que operé a Sam, he atendido a varios pacientes que se sometieron a cirugía de cerebro dividido. Al igual que otros neurocirujanos, no encontré ninguna evidencia, ni en el examen clínico habitual ni en eventos de sus vidas, que indicara que sus mentes estaban divididas, a pesar de que sus cerebros sí lo estaban.
Si el cerebro causa la consciencia, si éste ha sido dividido, ¿por qué la consciencia sigue unificada?
Si, por el contrario, la consciencia sigue unificada, aunque el cerebro carezca de conexión entre ambos hemisferios que lo conforman, lo que se nos ocurre es que el cerebro no causa la consciencia, sólo la capta, la reduce, la concreta, y con ello crea la sensación de la subjetividad vinculada a un cuerpo.
Este modelo del cerebro y de su relación con la consciencia ni es original ni es nuevo, tenemos formulaciones explícitas en Bergson, y más o menos explícitas de James o el propio Platón.
Curiosamente, un tratamiento llamado a probar que el cerebro es la causa de la consciencia, bien puede ser una prueba fehaciente en contra de tal hipótesis.
Òscar Llorens i Garcia