A diferencia de las ECMs, las alucinaciones no se presentan si el cerebro no está funcionando. Los detalles de lo vivido se mantienen intactos a pesar del tiempo que ha pasado. El miedo a la muerte desaparece y la gratitud por cada día que se vive permanece. Este testimonio asi lo demuestra.
Brígida Mieses vive en República Dominicana. Desde hace 40 años trabaja como auxiliar de servicio doméstico con la misma familia. Su sencillez al contar su experiencia, su amplia sonrisa y su firmeza con la que relata lo que le sucedió, nos invita a reflexionar acerca de cómo las ECMs no están sujetas a una raza, una religión, un género, una educación específica o un lugar en el mundo.
Hace cerca de 12 años, un día al regresar de la iglesia se sintió mareada. Decidió buscar ayuda con su hermana. Cuando ella llegó se recostó y a partir de ese momento no volvió a saber de sí misma. Mientras que estuvo en ese estado, tuvo una conversación con Jesús, estuvo en su tierra natal, conversó con personas cercanas y de su familia que ya habían muerto, recibió mensajes para personas que aun vivían y al regresar, su recuperación fue extraordinaria. En su momento, los médicos que la trataron se sorprendieron porque ésta, fue evidente, casi que inmediata y sin secuelas.
Sin importar el tiempo que ha transcurrido y de una manera simple y sencilla, Brígida relata su ECM con todos los detalles. Conversa naturalmente sobre objetos que vio, música que escuchó y tiene la convicción que los reconocería de inmediato si volviera a estar en contacto con ellos. Su experiencia recuerda cómo es el impacto para quien la vive.
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